Icono del sitio Global Strategy

La derrota italiana en Libia

https://global-strategy.org/derrota-italiana-en-libia/ La derrota italiana en Libia 2020-04-26 16:48:27 Carlos Javier Frías Sánchez Blog post Estudios de la Guerra Segunda Guerra Mundial

La ofensiva italiana en Libia se realizó de forma casi simultánea con la que Mussolini efectuó contra Grecia.

Para el Reino Unido, la posesión de Egipto y del canal de Suez permitía que los recursos de su Imperio asiático alcanzasen la metrópoli a través del Mediterráneo, sin tener que rodear África (viaje mucho más largo y más arriesgado ante la amenaza submarina alemana). Por ello, la posibilidad de que el Eje cerrase el canal de Suez suponía un problema capital para el esfuerzo de guerra británico.

Aparentemente, el Ejército británico no había resultado un gran rival en territorio francés, y sus enormes pérdidas de material en suelo continental parecían ofrecer a los italianos la atractiva posibilidad de una fácil victoria en África, lo que suponía un importante incentivo para un ataque. En septiembre de 1940, los italianos desplegaban en la frontera entre Libia y Egipto a su 10º Ejército, con más de 200.000 hombres, compuesto de diez Divisiones de Infantería (fundamentalmente, a pie; solo una de ellas estaba completamente motorizada – la 1ª División de Camicie Nere, compuesta por milicianos del partido fascista con escasa instrucción – y dos Divisiones regulares más estaban parcialmente motorizadas con camiones) agrupadas en cuatro Cuerpos de Ejército: el XX, con una División de Infantería reforzada, el XXI, compuesto de dos Divisiones de Infantería y un Batallón de tanquetas CV-3/35, el XXII, con dos Divisiones de Infantería, y el Reggio Corpo Truppe Coloniali della Libia – nombre del XXIII Cuerpo de Ejército -, que agrupaba al resto de las Divisiones de Infantería. A estos Cuerpos de Ejército se unía el Comando Carri Armati della Libia o Mando de Carros de Libia (compuesto de tres ‘Grupos’: el ‘Grupo Aresca’, con un Batallón de Carros medios y tres Batallones de tanquetas CV-3/35, el ‘Grupo Trivioli’, con dos Compañías de carros medios y tres Batallones de CV-3/35 y el ‘Grupo Maletti’, con una Compañía de Carros medios, un Batallón de CV-3/35 y tres Batallones de Infantería Motorizada sobre camiones). Con la excepción de dos de las Divisiones del Reggio Corpo Truppe Coloniali della Libia, ninguna de estas unidades tenía experiencia de combate en el desierto.

En total, los italianos disponían de 72 carros medios y unas 300 tanquetas CV-3/35. Los carros medios disponibles eran del modelo M-11/39, un carro poco fiable mecánicamente, mal protegido y peor armado – su armamento principal era un cañón de 37 mm montado en barbeta en el casco, junto con una ametralladora ligera situada en una torre individual.

Carro medio M-11/39 (‘M’ de ‘medio’, 11 por su peso – 11 toneladas – y 39 por su año de entrada en servicio). Un diseño del periodo de entreguerras, con una torre individual (lo que obligaba al Jefe de Carro a hacer también de tirador), armada con una ametralladora y un cañón de 37 mm con escasa capacidad de perforación, montado en barbeta (en el casco). Absolutamente impotente contra los mucho mejor protegidos Matilda-II (27 toneladas) o contra los modelos avanzados del carro Cruiser (18 toneladas).

La Reggia Aeronautica apoyaría la operación con la 5ª Squadra, con 308 aviones de tipos diversos (125 bombarderos, 88 cazas, 34 aviones de asalto y el resto de observación, transporte y enlace), pero anticuados. Sus cazas eran los biplanos Fiat CR-32 y CR-42, y sus bombarderos (Savoia-Marchetti SM-79 y SM-81) y aviones de ataque (Breda Ba-65 y Caproni Ca.310) ya habían participado en la Guerra Civil Española. Su función básica era de apoyo a las fuerzas terrestres. Sin embargo, para cumplir esta función era preciso alcanzar la superioridad aérea (al menos, local), lo que estaba fuera del alcance de sus lentos biplanos frente a los mucho más rápidos Hurricane. Sin una escolta eficaz de cazas (que los Fiat no podían proporcionar), sus bombarderos eran extraordinariamente vulnerables ante los cazas británicos. Sus pilotos y su personal de tierra estaban poco experimentados y poco adaptados a las condiciones del desierto libio, por lo que el número de salidas diarias que eran capaces de efectuar era relativamente bajo.

Fiat C.32., principal caza italiano al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Pese a su buena actuación en la Guerra Civil Española, su velocidad máxima de tan solo 360 km/h lo hacían incapaz de enfrentarse a los modernos monoplanos, o siquiera de alcanzar a los bombarderos rápidos del inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Frente a ellos, los británicos desplegaban una fuerza denominada Western Desert Force, al mando del General O’Connor. Ésta era una unidad de solo 36.000 hombres, organizada como un pequeño Cuerpo de Ejército, compuesto de una División de Infantería (inicialmente, la 4ª División India reemplazada el 14 de diciembre de 1940 por la 6ª División Australiana; la 3ª Brigada de la 4ª División India permaneció con la Western Desert Force) y la 7ª División Acorazada (con unos 230 carros, dos tercios de ellos ligeros Vickers Mark VI y los restantes Cruiser), junto con un pequeño núcleo de tropas de Cuerpo de Ejército (compuesto básicamente por cinco Regimientos de Artillería – en realidad, Grupos, a doce piezas – y el 7º Regimiento de Carros, dotado con una cincuentena de eficaces Matilda-II), junto con la Selby Force (una agrupación móvil del tamaño de una pequeña Brigada (un Batallón de Infantería, un Grupo de Artillería, y algunas unidades menores), organizada sobre la guarnición de la plaza de Matruh. La Western Desert Force estaba compuesta por unidades habituadas a los combates en el desierto, bien aclimatadas y experimentadas en ese ambiente.

La R.A.F. desplegaba 142 aviones de modelos que no eran de primera línea, pero eran más modernos que los aviones italianos (46 cazas, dos tercios de ellos Hawker Hurricane, y el tercio restante biplanos Gloster Gladiator, junto con 116 bombarderos, entre ellos cuarenta eficaces Bristol Blenheim, y el resto Vickers Wellington y Bristol Bombay). Las dotaciones de la R.A.F. en Egipto estaban habituadas y equipadas para operar en el desierto, tras muchos años de realizar acciones aisladas contra pequeños objetivos (aldeas, aduares, pequeñas columnas de insurgentes…) situados lejos de las tropas propias, en su papel de ‘policía imperial’. Su moral era alta, pues el personal de la R.A.F. se sentía muy superior a sus adversarios italianos.

Hawker Hurricane Mk. I. Este avión fue el principal caza británico de los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Su velocidad máxima de 512 km/h le permitía rehusar el combate con los lentos cazas italianos si estaba en inferioridad, y perseguirlos impunemente si lo estimaba oportuno. Su armamento eran 4 cañones de 20 mm, frente a las dos ametralladoras ligeras de los Fiat.

La superioridad italiana, sobre el papel, parecía aplastante, especialmente en tierra. Pese a esta diferencia de medios, el general Graziani, Jefe de las fuerzas italianas en Libia, era muy consciente de las limitaciones de sus tropas (su antecesor, Italo Balbo, ya había informado en 1939 de que disponía de poca Artillería y de que la existente estaba anticuada, de la ausencia casi total de armas contracarro y antiaéreas y de los pocos vehículos disponibles, problemas a los que se añadía la escasa adaptación al clima y la baja instrucción de las tropas procedentes de la metrópoli – seis de las diez Divisiones disponibles -…), por lo que solo las órdenes directas de Mussolini le llevaron a iniciar un tímido ataque.

En España, el CTV italiano había intentado – con muy poco éxito – aplicar una doctrina de guerra móvil, que se saldó con la severa derrota de Guadalajara. El CTV estaba formado por Divisiones de milicias del partido fascista, contingentes abiertamente despreciados por la oficialidad del Ejército regular. En parte por este motivo, el generalato italiano abordó esta campaña con métodos mucho más ‘ortodoxos’, volviendo a su doctrina tradicional, heredera de la Gran Guerra. En efecto, en esta campaña, los italianos aplicaron su doctrina anterior a la Guerra Civil española, inspirada en el modelo francés (espejo en el que se había reflejado el Ejército regular italiano desde la Gran Guerra). Al igual que en el caso de los franceses, los italianos tenían procedimientos de mando y control muy lentos, con órdenes de operaciones muy largas y detalladas, lo que se demostró fatal en el fluido campo de batalla del desierto. De la misma forma, las características del desierto libio (grandes distancias, escasez de agua, cartografía muy deficiente o inexacta y escasas vías de comunicación) eran muy inadecuadas para la ‘bataille conduite’ francesa: la Infantería a pie se movía con excesiva lentitud en los grandes espacios del desierto, y sus armas tenían alcances muy cortos en los amplios campos de tiro existentes, la Artillería veía limitada su eficacia por la falta de mapas (el terreno no estaba cartografiado) y la única carretera del país, a lo largo de la costa mediterránea (la vía Balbia), suponía un ‘cordón umbilical’ muy vulnerable ante un envolvimiento y muy difícil de proteger, dada su enorme longitud (que además, crecía conforme se avanzaba hacia el enemigo).

El uso que los italianos dieron a sus carros fue coherente con esa doctrina de empleo. La mayoría de los carros se desgajaron de los ‘Grupos’ y se asignaron a las Divisiones de Infantería, como medios de apoyo a la Infantería. En este papel, los carros italianos apenas realizaron algún tímido envolvimiento de muy corto radio de acción y siempre en apoyo de su Infantería. Cuando los carros italianos intentaron operar en el desierto, lejos de la carretera costera, la falta de cartografía, la escasez de equipos de radio y la inexperiencia de su personal en ese medio, llevaron a que se extraviasen con mucha frecuencia, teniendo que recurrir en ocasiones el mando italiano a aviones de enlace que ‘buscasen’ a sus carros, para que Graziani encontrase a sus unidades acorazadas y recuperase el contacto con ellas. Así, la doctrina de ‘bataille conduite’ forzaba a los italianos a operar exclusivamente a caballo de la carretera costera, única vía con cierta capacidad de abastecimiento logístico. Como los franceses con las Ardenas, el mando italiano en Libia consideraba que el desierto era ‘impasable’, por lo que no esperaba acciones enemigas importantes procedentes de su flanco sur, donde solo había arena…

En realidad, la dependencia italiana de su logística excedía la necesidad de preservar la vía Balbia: el dominio de la Royal Navy sobre el Mediterráneo central hacía muy arriesgada la llegada de suministros al puerto de Bengasi, principal base logística de abastecimiento para Graziani, y anulaba la posibilidad de emplear Tobruk, demasiado cercano a la base de la Mediterranean Fleet británica en Alejandría. Desde Bengasi, la vía Balbia cobraba su importancia como arteria vital del suministro del 10º Ejército. La Aviación italiana centró su acción en el apoyo a las fuerzas terrestres, por lo que concentró sus esfuerzos sobre las zonas de Sidi Barrani y Bardia, primeras defensas británicas, en la costa. Pese a la superioridad numérica de la Aviación italiana, su concentración de esfuerzos en la zona de combate, junto con el corto alcance de sus cazas, hicieron que la R.A.F. pudiese operar con cierta libertad en casi toda la longitud de la vía Balbia, y en la extensión del desierto al sur de esa carretera.

Operazione E

El avance italiano (‘Operazione E’) se inició el 13 de septiembre de 1940, desde Bardia (Libia). Los italianos atacaron en un frente estrecho, con tres Divisiones en vanguardia. Los Grupos de Carros ‘Aresca’ y ‘Trivioli’ destacaron un Batallón a cada una de las Divisiones de Infantería de vanguardia, permaneciendo en reserva el resto en Bardia. Al ‘Grupo Maletti’ se le encomendó la misión de proteger el flanco sur del avance, el desierto. Sin embargo, la falta de radios, de cartografía y de referencias del terreno en suelo egipcio y la poca experiencia en este medio hacían que las unidades motorizadas italianas del ‘Grupo Maletti’ se perdiesen con frecuencia, lo que llevó a que operasen más cerca de la carretera costera y más juntas de lo deseable, disminuyendo su eficacia en la protección del flanco sur. Hasta ese momento, los italianos sólo se habían enfrentado a elementos móviles de la 7ª División Acorazada, el 7th Division Support Group (una pequeña ‘Brigada Mixta’ organizada con tres Batallones de Infantería Mecanizada  – dotados con pequeñas tanquetas Bren Carrier, esencialmente -, dos Grupos de Artillería e Ingenieros), encargado de dar seguridad por  el flanco sur a la Western Desert Force británica, mientras que unidades de Infantería apoyadas por Artillería realizaban una acción retardadora a lo largo de la carretera costera, vía que iban destruyendo conforme se retiraban. Por el desierto, los británicos rehuyeron el combate y se limitaron a mantener el contacto y a impedir la acción de los elementos de reconocimiento italianos. Tras un difícil avance de 105 km. en territorio egipcio, con la única carretera destruida, el 10º Ejército italiano se detuvo en la ciudad de Sidi Barrani, donde llegó el 16 de septiembre. Dada la inferioridad tecnológica de sus cazas, la Reggia Aeronautica sufrió desde el inicio fuertes pérdidas (como ejemplo, entre el 9 y el 23 de septiembre – cuando mayor era la superioridad numérica italiana -, la 5ª Squadra perdió 34 aviones, de los que 23 fueron bombarderos).

Para la continuación de su avance, los italianos necesitaban una vía de comunicación practicable, por lo que Graziani se atrincheró en los alrededores de Sidi Barrani e inició la construcción de una extensión de la ‘via Balbia’ desde la frontera libia hasta su posición en ese momento, en Sidi Barrani. En esa situación, Graziani se aprestó a acumular recursos para continuar el avance hacia Marsa-Matruh, a unos 130 km al Este. Por motivos variados (logísticos y organizativos, pero también por falta de voluntad para proseguir el avance), esta detención se prolongó hasta diciembre de 1940.

A lo largo de octubre, Graziani recibió como refuerzo dos Batallones de carros medios, con ochenta y tres de los nuevos M-13/40, armados con un eficaz cañón de 47 mm, muy superiores a los M-11/39. Seguían siendo carros poco protegidos y dotados de un motor escaso de potencia (125 cv), pero mejoraban mucho la calidad de los carros italianos disponibles hasta ese momento. La llegada de los M-13/40 permitió la creación a finales de noviembre de la Brigada Babini, una pequeña Brigada Acorazada, que se pretendía emplear como reserva. No obstante, la concentración de estos carros modernos en esa Brigada – carros que habían sido distribuidos previamente por todo el 10º Ejército – no llegó a completarse antes del contraataque británico. En diciembre de 1940, Graziani disponía de unos 150 carros medios y unos 300 CV-3/35, una fuerza bastante considerable. Y, por el momento, los británicos no habían demostrado mucha capacidad de resistencia.

Pese a las apariencias, el fracaso en Francia había supuesto un revulsivo en las Fuerzas Armadas británicas. Para los británicos, el efecto de la derrota francesa de mayo/junio de 1940 implicó la necesidad de analizar en profundidad las razones del éxito alemán, intentando adaptar su doctrina y procedimientos a los aparentemente invencibles métodos de la Wehrmacht. Sin embargo – y como herencia de sus discusiones internas del periodo de entreguerras – los partidarios del carro de combate atribuyeron las razones del éxito alemán al uso concentrado y masivo de estos ingenios, sin llegar a comprender que la clave del éxito alemán residía mucho más en el carácter interarmas de las Divisiones Panzer (de hecho, después de 1940, los alemanes reformaron sus Divisiones Panzer para añadirles más Infantería y más Artillería, reduciendo su número de carros) y en su combinación con la Aviación en apoyo a las fuerzas terrestres.

En realidad, la principal fuente de información sobre la Wehrmacht era la propia propaganda alemana, que presentaba un Ejército completamente motorizado (lo que era absolutamente incierto: en 1940 no más del 5% de las Divisiones alemanas eran motorizadas, mientras que tan tarde como 1945, este porcentaje apenas sobrepasaba el 10%), dotado de poderosísimos carros (cuando el grueso de las fuerzas acorazadas alemanas estaba basado todavía en Pzkw-I y Pzkw-II, apenas útiles como carros de instrucción) y apoyado por una modernísima y potente aviación (que, en realidad, se componía de aviones relativamente mediocres y en algunos casos, bastante anticuados ya en 1940).

La atribución del papel principal en el éxito alemán a los carros de combate era plenamente coherente con la aproximación ‘solo carros’ que tanto predicamento había tenido en el Ejército británico en el periodo de entreguerras. En consecuencia, la victoria alemana supuso un vigoroso renacimiento de los conceptos tácticos que consideraban el carro de combate no ya como el ‘Arma principal en el combate’, sino casi como la única Arma capaz de conseguir resultados positivos. Esta idea se reflejaba en la composición de las Divisiones Acorazadas británicas en 1940, que contaban con seis u ocho Batallones de carros de combate, por sólo dos de Infantería. Los británicos organizaban su División Acorazada en dos Brigadas completamente acorazadas, agrupando el resto de unidades (Infantería, Artillería, Zapadores…) en una unidad de apoyo divisional (Divisional Support Group – DSG). El papel asignado a la Infantería era el de ocupar y mantener posiciones clave previamente tomadas por los carros, o apoyarlos en terreno difícil.

La Artillería se limitaba a un solo Regimiento (en realidad, un Grupo) remolcado, con la función de apoyar a la Infantería (posteriormente, se aumentó a dos Grupos, uno de ellos contracarro). Se esperaba que los carros de combate fuesen capaces de proporcionarse su propio apoyo de fuegos. La División resultante carecía de capacidad de tomar una posición siquiera someramente organizada y defendida con tenacidad (disponía de muy poca Infantería o Ingenieros, y con una Artillería insuficiente para un asalto), si los defensores tuviesen cierta capacidad contracarro. Por otra parte, los carros disponibles eran poco adecuados para una guerra de movimiento, como consecuencia de las indefiniciones doctrinales del periodo de entreguerras: los A11 y A12 Matilda, adecuadamente protegidos, eran muy lentos (26 kph por 42 kph de un Panzer-III) pues su origen estaba en la búsqueda de un ‘carro de Infantería’, para apoyar a los infantes en los asaltos a pie. Sin embargo, tenían una torre triplaza (y movida hidráulicamente) que permitía al Jefe de Carro concentrarse en mandar su vehículo o su unidad. Sin embargo, la mayoría de los carros disponibles en 1940 eran del tipo Cruiser, pensados para penetrar en la retaguardia enemiga. Los Cruiser eran más rápidos (sus defensores decían que ‘speed is armour’), pero estaban poco protegidos hacer frente a otros carros mejor armados: en ausencia de motores más potentes, la velocidad solo era posible sacrificando peso (solo pesaban 14 toneladas, por 30 del Matilda o 23 del Panzer-III). La versión inicial de este carro, con sólo 14 mm. de blindaje se modificó doblando el espesor original en su versión posterior, llegando a los 60 mm en su versión Cruiser Mk. III.

El consiguiente incremento en peso se hizo manteniendo el motor y el tren de rodaje originales, lo que llevó a múltiples fallos mecánicos, que hicieron al carro muy impopular entre sus dotaciones y conduciendo a su sustitución por el Valentine, una modificación más radical del Cruiser. El Valentine fue el carro británico más numeroso de la Segunda Guerra Mundial (se produjeron unos 8.300, de distintas versiones). En sus primeras versiones (Mk. I y Mk. II) tenía una torre biplaza, lo que forzaba a que el Jefe de Carro tuviese que asumir las funciones de cargador del cañón. En su versión Mk. III (la más numerosa), se amplió la torre para incluir un cargador. Pero los Valentine no estuvieron disponibles hasta avanzado 1941. Otro desarrollo paralelo del concepto de carro ‘de crucero’ fue el carro Crusader, más pesado (20 t.) y mejor armado (un cañón de 57 mm en lugar del 40 mm de los Matilda y Cruiser), dotado de un motor más potente, pero tampoco estuvo disponible hasta 1941. En consecuencia, tras su derrota en Francia, el Ejército británico disponía esencialmente de carros ligeros Vickers Mk. VI, obsoletos y armados solo con ametralladoras, y carros de combate Matilda y Cruiser (este último, mecánicamente poco fiable, y que se desgastaba muy rápidamente con el uso), junto con las tanquetas Bren Carrier, y con la idea de que los carros, por sí solos, eran capaces de alcanzar la victoria.

Carros británicos Matilda-II, cerca de Tobruk en 1941. El desierto parecía el escenario ideal para aplicar la teoría de ‘tanks only’, defendida por Fuller antes del conflicto. Esta idea causó muchos problemas a los británicos.

Desde septiembre de 1940, los británicos aprovecharon su dominio del mar para minar el puerto de Bengasi y para bombardear continuamente las posiciones italianas cerca de la costa y los convoyes logísticos que se desplazaban por la carretera costera, lo que complicó aún más la logística italiana.

Operación Compass

Durante la prolongada detención del 10º Ejército italiano ante Sidi Barrani, los británicos planearon una operación limitada, dirigida a hostigar a las fuerzas italianas y desarticular una futura ofensiva, aunque no descartaban una posible explotación del éxito, si aparecía la oportunidad. Así, las fuerzas británicas ensayaron en localizaciones próximas a Marsa-Matruh una operación destinada a tomar dos de las posiciones avanzadas italianas en Sidi Barrani: Nibeiwa y Maktila. La operación prevista (‘Operación Compass’) preveía el empleo de la 4ª División India (una División de Infantería regular, pero motorizada sobre camiones), reforzada por los Matilda-II del 7º Regimiento Acorazado (del núcleo de tropas de Cuerpo de Ejército de la Western Desert Force), para el asalto a las posiciones italianas, con la 7ª División Acorazada cubriendo su flanco sur y como reserva.

El 9 de diciembre, los británicos lanzaron una serie de violentos ataques sobre las fortificaciones italianas al sur de Sidi Barrani, empleando columnas muy móviles de carros. En estos enfrentamientos, el mayor alcance de los cañones de los carros británicos les permitió batir a placer a la Infantería italiana, mientras que la velocidad de movimiento de estas columnas y la falta de cartografía hacía tardío e ineficaz el fuego de la Artillería de apoyo italiana. Por su parte, la Artillería británica, que sí disponía de mapas (las posiciones italianas en Sidi Barrani estaban en el Egipto controlado y cartografiado por los británicos desde antes de la guerra) y que tiraba sobre objetivos estáticos y bien localizados, demostró que seguía ‘en plena forma’, proporcionando un eficacísimo apoyo de fuegos. Al cabo de dos días de violentos combates, en el que los italianos sufrieron cuantiosas bajas, el frente italiano colapsó, y el 10º Ejército comenzó una apresurada retirada hacia territorio libio, siguiendo la deteriorada carretera que prolongaba la vía Balbia, la única disponible. Bajo el constante hostigamiento de los carros británicos, la retirada italiana – realizada principalmente a pie – degeneró en una huida descontrolada, de tal forma que los británicos vieron su avance más entorpecido por el elevado número de prisioneros (más de 38.000 en la primera semana de contraataque) que por ninguna resistencia organizada. El inesperado éxito de la ofensiva británica llevó a que se reforzasen las fuerzas atacantes con la 6ª División Australiana (otra división motorizada), que se unió a la 7ª División Acorazada ya en territorio libio el 1 de enero de 1941, permitiendo continuar el ataque.

Entre el 3 y el 5 de enero, los infantes australianos, apoyados por los 23 carros Matilda-II del 7º Regimiento Acorazado, tomaron Bardia, haciendo 25.000 prisioneros más, junto con casi 300 piezas de Artillería y más de 700 vehículos. Tobruk cayó el 21 de enero (otros 20.000 prisioneros). La retirada italiana continuó más allá de Bardia y Tobruk, hasta la posición defensiva de Derna. En esta posición se encontraba, además de una División de Infantería,  la Brigada Babini, con 93 carros, entre los que se encontraban 65 de los nuevos M-13/40. Hasta ese momento, los italianos, aún más que los alemanes en Francia en la primavera de 1940, carecían de ninguna forma de destruir a los pesadamente acorazados carros Matilda-II, y solo con muchas dificultades a los Cruiser. Derna fue atacada por la 6ª División Australiana, apoyada por los 70 carros Cruiser de la 4ª Brigada Acorazada (una de las dos Brigadas de la 7ª División Acorazada). La presencia de los M-13/40 en Derna frenó el ataque de los británicos (lo que no había ocurrido hasta ese momento), que sufrieron fuertes pérdidas de carros. Junto con la presencia de los M-13/40, la Artillería italiana sí disponía de cartografía en Derna (que pertenecía a la colonia italiana de Libia), lo que le permitió prestar un adecuado apoyo de fuegos que abortó el ataque de los infantes australianos. Sin embargo, los carros británicos de la 7ª Brigada Acorazada (la otra de las Brigadas de la 7ª División Acorazada) rodearon por el Sur de las montañas de Cirenaica la posición defensiva de Derna, ocupando Mechili y amenazando con cerrar la vía Balbia a retaguardia de las defensas italianas, forzando su evacuación.

Carro italiano M-13/40. Armado con un cañón de 47 mm y con una torre biplaza, fue casi el único medio de los italianos capaz de destruir a los carros británicos en África.

Posteriormente, las dificultades logísticas, las fuertes pérdidas sufridas y la presión de los británicos, llevaron al 10º Ejército a evacuar Bengasi, hostigados en su retirada por los australianos. Mientras la 6ª División Australiana mantenía la presión sobre la retaguardia italiana a lo largo de la vía Balbia, la 7ª División Acorazada atajó – cruzando el desierto en lugar de buscar la carretera costera – para cortar la retirada italiana en la aldea de Beda Fomm, donde llegó el 5 de febrero, bloqueando la carretera y estableciendo una posición defensiva. Los primeros elementos del 10º Ejército llegaron apenas treinta minutos después, encontrando bloqueada su ruta de retirada. Entre el 5 y el 7 de febrero, los italianos intentaron incesantemente romper la posición defensiva británica, sin éxito. Atrapados entre los australianos y los británicos, los restos del 10º Ejército se rindieron: 25.000 prisioneros más. Las fuerzas italianas en África del Norte habían dejado de existir: sus pérdidas ascendían a 5.500 muertos, 10.000 heridos y 133.000 prisioneros, junto con miles de vehículos, más de 400 carros y 800 piezas de Artillería.

Artillería italiana capturada por los británicos en Beda-Fomm (Libia). Son obuses ‘tipo Bange’, diseñados en los años setenta del s. XIX. Pese a su agresividad política, Italia estaba absolutamente falta de preparación para un conflicto moderno.

La victoria británica selló el destino del Ejército italiano en Libia, con una contundencia similar a la de la derrota francesa de 1940, con la que tuvo muchos puntos en común.

Conclusiones

La contundente victoria británica sobre las numéricamente superiores fuerzas italianas ocultó las deficiencias en el concepto británico de empleo de los carros. En realidad y pese al éxito alcanzado, los británicos seguían teniendo muchos problemas para cooperar entre las distintas Armas, especialmente entre la Infantería, la Artillería y los carros de combate, y el desierto libio no era el mejor escenario para mejorar este aspecto: la Infantería apenas tenía un papel que jugar en las enormes distancias del desierto, y sus armas ligeras eran poco eficaces en los largos campos de tiro, mientras que la Artillería tenía limitada su acción a aquellas zonas de las que se disponía de cartografía. En consecuencia, el empleo de los carros resultaba anormalmente favorecido en la mayoría de las situaciones tácticas, lo que no incentivaba la búsqueda de una mejor cooperación entre las Armas.

El colapso de los italianos se atribuyó casi en exclusiva al empleo de los carros, aun cuando éste se debió a muchos factores coincidentes, entre los que se pueden citar:

Inmediatamente después de la derrota italiana en Beda Fomm, y considerando que las posibilidades de reacción del Eje eran prácticamente nulas, los británicos decidieron dejar una mínima guarnición en Libia, y trasladar fuerzas al nuevo frente que habían abierto en Grecia. En consecuencia, la 6ª División Australiana (reforzada con una Brigada Acorazada de la 2ª División Acorazada) fue enviada a Grecia. En Cirenaica permanecieron la 7ª División Acorazada (muy necesitada de descanso y reorganización), parte de la 2ª División Acorazada (su 3ª Brigada Acorazada, con tres Regimientos, uno con carros ligeros, otro con carros Cruiser en mal estado y un tercero con material italiano capturado (M-13/40), en proceso de organización) y la 9ª División Australiana, en proceso de organización.

Salir de la versión móvil