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El ciclo de Inteligencia: una explicación didáctica

https://global-strategy.org/el-ciclo-de-inteligencia-una-explicacion-didactica/ El ciclo de Inteligencia: una explicación didáctica 2020-04-02 11:57:28 Rafael Jiménez Villalonga Blog post Análisis y Estrategia Global Strategy Reports Lecturas didácticas sobre Inteligencia Servicios de Inteligencia

Global Strategy Report 22/2020

Resumen: Dentro de los posibles sistemas de trabajo que utilizan las organizaciones dedicadas a la producción de inteligencia, el ciclo de inteligencia es el más común y ampliamente utilizado desde la constitución de este tipo de instituciones. El paso del tiempo ha permitido depurar algunas de sus imperfecciones iniciales y, su flexibilidad, adaptarlo a las circunstancias de cada momento y organización, por lo que es frecuente observar la variabilidad del número de sus fases y los contenidos de ellas.

En este artículo se realiza una descripción del ciclo de inteligencia utilizado en los Servicios de Inteligencia de España, que consta de cuatro fases: dirección, obtención, elaboración y difusión.

Para citar como referencia: Jiménez Villalonga, Rafael (2020), «El ciclo de Inteligencia: una explicación didáctica», Global Strategy Report, No 22/2020.


1. Generalidades

Ya se ha visto en un artículo anterior, en el que se describen los Tipos de Inteligencia, que este término, inteligencia, tiene como una de sus acepciones la de ser el proceso mediante el que se convierte la información en el producto que precisan los destinatarios o usuarios de ella para fundamentar sus decisiones con el mayor rigor posible.

Bien, pues este proceso se materializa en la práctica en un sistema, unos procedimientos y unos medios de trabajo que se resumen en el denominado ciclo de inteligencia.

No está identificado quién propuso como sistema de transformación de la información en un producto de mayor valor el ciclo de inteligencia, pero posiblemente lo hicieran algunos ingenieros de procedencia militar que, en el ambiente de revolución industrial y prebélico de inicios del siglo XX, idearan o sistematizaran teóricamente el trabajo que estaban desarrollando. Así lo afirma el estudio de Julio Esteban Fabiano y Jesús Camacho[1], a partir de las investigaciones del doctor Kristan Wheaton, que concluyen de la siguiente manera:

Coincide ello con lo recogido por Miguel Ángel Esteban Navarro y Andrea V. Carvalho[2], que sitúan el proceso de producción de inteligencia como “resultado de la adaptación del método científico a la generación de inteligencia realizado por parte de los servicios de inteligencia en el segundo tercio del siglo XX con objeto de ordenar racionalmente su trabajo (Herman, 1996; 286)[3]; y cuyo desarrollo se encuentra, además, fuertemente influido por los avances técnicos y tecnológicos, sobre todo en el ámbito de la información, iniciados a finales del siglo XIX y que llegan hasta nuestros días”.

Aunque el ciclo de inteligencia derive del método científico, su aplicación en los servicios de inteligencia presenta diferencias con la creación de conocimiento científico en los centros de investigación. Estos rasgos singulares de la inteligencia son al menos cinco: a) la calidad de secreto con que se efectúa; b) la urgencia con que debe realizarse el trabajo; c) la finalidad de este, encaminado a la toma de decisiones; d) la necesidad de que el conocimiento otorgue una ventaja competitiva; y, e) la importancia y valor de las estimaciones sobre la evolución de la situación que se analiza[4].

Asimismo, también existen diferencias esenciales en la finalidad de la generación de inteligencia, que en los servicios se destina a prevenir riesgos, amenazas y agresiones en el ámbito de la seguridad y contra los intereses nacionales y la estabilidad de las instituciones del Estado, así como a determinar oportunidades y ventajas para el bienestar de sus ciudadanos; todo ello proporcionando al Gobierno la inteligencia que le permita adoptar las mejores decisiones. Y para ello, cuentan con medios que no son posibles a ningún otro organismo de creación de conocimiento: el respaldo jurídico de las leyes del Estado y la posibilidad de recurrir a fuentes, datos e información no disponible para los ciudadanos e investigadores privados.

En cuanto a la denominación de ciclo al proceso de producción de inteligencia es preciso aclarar que no se trata de un mecanismo repetitivo que posea un inicio y un final con una secuencia de sucesos invariable entre ellos. Como se verá en el curso de su descripción, durante el proceso de producción de inteligencia se suceden constantes avances y retrocesos, poniéndose nuevamente en marcha algún proceso que ya se había iniciado anteriormente, u otros nuevos; y otros que no concluyen, sino que vuelven atrás para depurar o desechar los trabajos realizados hasta entonces. Por tanto, la denominación de ciclo puede llevar a error si se piensa que sólo tiene un inicio y un final, y así vuelve a repetirse; pero se conviene en atribuir esa denominación porque facilita enormemente su comprensión y sus efectos didácticos.

La antigüedad y continuidad de su uso ha permitido mejorar su aplicación y adaptación a las circunstancias y vicisitudes de cada momento y situación, haciendo posible, asimismo, corregir o minimizar sus defectos, carencias e imperfecciones.

Por otra parte, esta antigüedad en su utilización, si por un lado ratifica su fortaleza como método de producción de inteligencia, también ha permitido la aparición de otros sistemas que han tratado de sustituirlo con la pretensión de superar sus carencias. En este sentido, pueden citarse los propuestos por R. M. Clark, Inteligencia centrada en el objetivo[5], y por Hawley y Marden, Inteligencia «fractal»[6], este último orientado al ámbito empresarial, cuyas recopilaciones resumidas pueden verse en el artículo de Mario Vignettes El Ciclo de Inteligencia: naturaleza y alternativas[7]. A pesar de sus bondades, ninguno de ellos ha logrado sustituir al ciclo de inteligencia tradicional como modelo para la producción de inteligencia.

Otra de las cuestiones que resulta imprescindible señalar aquí es que su descripción en fases (número, denominación y contenido concreto) no es general en todos los servicios de inteligencia, ni acordada por todos los especialistas. Cada uno adapta o acepta una división en fases, nunca menos de cuatro, que facilita su explicación o se acomoda a su cultura organizativa, delimitación de tareas o asignación de responsabilidades internas. Pero esta disparidad de criterios no significa que el ciclo tenga distintos contenidos en cada caso, sino, solamente, que estos han sido distribuidos o delimitados de forma diferente. Por tanto, en el ciclo de inteligencia van a estar presentes siempre las mismas tareas o funciones, pero su delimitación en fases puede variar por motivos orgánicos, funcionales o simplemente descriptivos.

En las décadas más recientes, algunas organizaciones adicionan al ciclo una fase más, que, con la denominación de retroalimentación, revisión de tareas o similar y situada al final del ciclo, tiene por finalidad que el usuario comunique a la dirección de la organización la satisfacción de sus necesidades o le proporcione las indicaciones convenientes sobre los nuevos requerimientos que precisa para poder adoptar próximas decisiones. Esta fase no era contemplada por los primeros usuarios del ciclo, que lo consideraban finalizado en cuanto proporcionaban su inteligencia a los decisores políticos, significándose de esta manera la distancia que separaba a aquellos de los servicios que debían satisfacer sus necesidades. Sin embargo, el análisis de los fallos y la consiguiente búsqueda de soluciones dieron lugar a la introducción de esta fase de retroalimentación, señalada como imprescindible cada vez con más insistencia por los especialistas. Ante ello hay que hacer dos precisiones: a) el hecho de que no estuviera contemplada ¿significa que no se produjera? Es previsible que sí se efectuara esa retroalimentación del usuario hacia el servicio en cualquiera de los despachos habituales que deben darse entre el director del servicio de inteligencia y el destinatario final de la inteligencia que produce; esta retroalimentación puede darse de forma directa en dichos despachos habituales o indirectamente a través de autoridades u organismos interpuestos. b) Su ausencia real o implícita ¿es atribuible a la responsabilidad del servicio de inteligencia?  Probablemente no, pues la falta de tiempo y el desconocimiento de los procedimientos de trabajo de los servicios por parte de las autoridades destinatarias originan que estas eludan dar indicaciones sobre la satisfacción de sus necesidades con la inteligencia distribuida o nuevas directrices sobre las que desean recibir inteligencia con mayor profundidad y precisión o encaminada en una nueva dirección.

Puesto que las actividades que se realizan durante el ciclo son siempre las mismas y lo que varía es el lugar en el que se decide dividirlas en fases y asignarles denominaciones diferentes, en este artículo se va a estudiar el ciclo de inteligencia dividido en cuatro fases, como lo hicieron Berkowitz y Goodman en 1989[8] y lo hacen la OTAN y el CNI. Genéricamente, estas cuatro fases son: dirección, obtención, elaboración y difusión, que gráficamente pueden representarse así:

El ciclo de Inteligencia

De lo dicho hasta ahora puede deducirse la definición:   el Ciclo de Inteligencia es la secuencia dirigida que, a partir de unas necesidades determinadas, obtiene información, transforma esta en Inteligencia y la pone a disposición de los usuarios. Es imprescindible que esta secuencia de tareas esté dirigida, porque se trata de una actividad humana y no mecánica o de la naturaleza, por lo que la supervisión del hombre debe estar presente en todas las fases de su desarrollo para lograr los objetivos que en cada una se pretendan.

2. Fase de Dirección

La primera de las fases del ciclo de inteligencia es la de dirección, que se mantiene activa durante todo el ciclo por el principio de que cualquier actividad que sea desarrollada por una organización precisa una dirección. Esta dirección se manifiesta de distintas maneras en todas las fases del ciclo y en los distintos niveles jerárquicos que componen la organización.

La fase de dirección se inicia en cuanto el decisor político, como destinatario principal de la inteligencia, determina y hace llegar sus necesidades de inteligencia al director del Servicio, responsable del desarrollo del ciclo de inteligencia y su correspondiente producción.

En algunas ocasiones, los decisores políticos no tienen claro cuáles son sus necesidades informativas o no son precisos en su señalamiento. En estos casos, suelen ser los propios Servicios de Inteligencia los que propongan a los usuarios la definición de los objetivos sobre los que consideran necesario producir inteligencia, para prevenir los riesgos y amenazas al Estado y promover los intereses nacionales.

En España corresponde a la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia proponer al Presidente del Gobierno los objetivos anuales que han de integrar la Directiva de Inteligencia. Como Secretario de dicha Comisión está designado el Secretario de Estado Director del CNI. Como tal debería contar con un órgano de trabajo que se encargara de preparar el borrador de Directiva de Inteligencia. Sin embargo, la ausencia de desarrollo de la Ley 11/2002, de 6 de mayo, reguladora del Centro Nacional de Inteligencia, en lo que respecta a la Autoridad Nacional de Inteligencia y Contrainteligencia, cuyas funciones corresponden al Secretario de Estado Director del Centro, obliga a que sea su órgano de apoyo técnico el que elabore dicho borrador para que pueda presentarlo en la citada Comisión.

En Estados Unidos, el Presidente y el Consejero de Seguridad Nacional determinan las prioridades generales de inteligencia de mayor nivel, mientras que los demás componentes del Gobierno contribuyen al proceso con sus necesidades específicas. El documento que explicita dichos objetivos y prioridades, y que en cierto modo sería el equivalente de la Directiva Nacional de Inteligencia española, es el National Intelligence Priorities Framework (NIPF). Su contenido también es secreto, se publica cada año y se revisa trimestralmente. El desarrollo y gestión del NIPF lo dirige y supervisa el Subdirector de Inteligencia Nacional responsable de la integración de la inteligencia de la Comunidad de Inteligencia[9] [10].

Pero antes de continuar con el proceso del ciclo de inteligencia es conveniente referirse a las funciones que se desarrollan durante la fase de dirección.

2.1. Funciones de la dirección

Las funciones que se aplican durante la fase de dirección y que se mantienen a lo largo de todo el ciclo de inteligencia son:

2.1.1. Planeamiento o planificación

La función de planeamiento o planificación es la primera que se desarrolla en la fase de dirección y se inicia en cuanto el Servicio de Inteligencia tiene en su poder el documento en el que el decisor político ha plasmado sus necesidades de inteligencia (Directiva de Inteligencia, en el caso de España; ver artículo Protagonismo de los analistas en la producción de inteligencia, epígrafe Fase de Dirección). Esta función se desarrolla durante todo el ciclo de inteligencia, pero es al inicio de cada ciclo informativo, con la emisión de cada Directiva de Inteligencia, cuando posee su mayor virtualidad.

Planificar es establecer el curso o itinerario de actividades a seguir para lograr algún fin. La finalidad de un servicio de inteligencia es proporcionar conocimiento a los decisores políticos para que puedan adoptar sus decisiones con el mayor grado de certidumbre posible. Por tanto, esta primera función de planeamiento se convierte en la más importante de todo el ciclo, al marcar las directrices que debe seguir la organización para alcanzar sus fines.

Es sobre todo una actividad intelectual, en la que participan en mayor o menor grado los rectores y analistas del servicio, y en la que el director del servicio de inteligencia (o, por delegación, el director de inteligencia, DI) decide, mediante la aplicación de otra de sus funciones, el mando, el proceso que debe seguir la organización para satisfacer las necesidades informativas expresadas por el decisor político.

El organismo de apoyo al director de inteligencia estudia los objetivos que contiene la Directiva de Inteligencia e identifica cada una de las áreas de interés en que puedan dividirse aquellos; cada una de ellas constituirá un aspecto esencial de inteligencia (AEI). A su vez, cada uno de estos lo subdividirá en áreas de interés más concretas que denominará aspectos componentes de inteligencia (ACI).

En aplicación de otra de las funciones directivas, coordinación, el organismo de apoyo al director de inteligencia remite los objetivos con sus AEI y ACI a las unidades de inteligencia, donde sus analistas comprobarán si con los detalles expuestos quedan completadas las necesidades de inteligencia que deberán cumplimentar para responder al conocimiento total de los objetivos de la Directiva de Inteligencia. En caso de detectar algún área de interés de dichos objetivos ausente del conjunto recibido, los analistas de los organismos de inteligencia propondrán la inclusión de aspectos básicos de inteligencia (ABI), que también subdividirán en los correspondientes ACI. Los organismos de inteligencia devolverán al organismo de apoyo al director de inteligencia las sugerencias que estimen sobre lo recibido de él, con el añadido de los ABI y ACI propuestos por sus analistas especializados en cada área de interés.

Con todo ello, el organismo de apoyo al director de inteligencia prepara el borrador del Plan de Inteligencia (PLINT), en el que incluirá las prioridades de los objetivos que se hubieran señalado en la Directiva de Inteligencia. El PLINT, una vez aprobado por el director de inteligencia (nuevamente en aplicación de la función de mando), se distribuye entre las unidades de inteligencia de acuerdo con sus respectivas especialidades, de forma que estas puedan conocer sus responsabilidades informativas y las prioridades otorgadas. Al mismo tiempo y en función de estas responsabilidades, el director de inteligencia puede decidir (en aplicación de la función organización) la modificación de las dependencias orgánicas, relaciones y composiciones en medios de las unidades de inteligencia para dotarlas de los que considere convenientes para enfrentar sus respectivas misiones.

La continuación de la función de planeamiento se concreta en la elaboración de los respectivos Programas, que integrarán las tareas que deban efectuar los órganos de adquisición para proporcionar la información que precisen los analistas para elaborar la inteligencia que satisfaga las necesidades informativas del Gobierno. Estos Programas son fundamentalmente dos: el Programa de Adquisición HUMINT (PAH) y el Programa de Adquisición SIGINT e IMINT: Programa de Adquisición Técnica (PAT).

El proceso de elaboración de los anteriores Programas se inicia por los analistas de las unidades de elaboración de inteligencia, que tratarán de identificar indicios, pruebas y lugares, mediante los cuales puedan obtener la información que permita responder a los ACI, ABI y AEI que tenga asignados cada uno. Es decir, cada analista, a la vista de los conceptos que figuran en la parte del PLINT que le corresponde por su responsabilidad informativa, debe imaginar qué pruebas e informaciones precisa, y en qué plazos, para responder a tales conceptos. Se trata, por tanto, de dar un salto desde las ideas expresadas en el PLINT a las acciones que se deben emprender para obtener información útil.

Para ello, cada analista debe conocer sus propias posibilidades de obtención (HUMINT y OSINT) y que puede contar con unos órganos de obtención humanos (HUMINT), otros técnicos (SIGINT e IMINT), los especializados del propio servicio (OSINT, operativos, etc.) y la posibilidad de recurrir a otros Servicios (nacionales y aliados) que puedan adquirir o proporcionarle la información que precisa. De esta forma irá determinando distintos requerimientos de información para cada órgano de obtención HUMINT, SIGINT e IMINT, y los plazos en los que precisa la información que obtengan para elaborar la inteligencia que dé respuesta a los ACI, ABI y AEI que tenga asignados. Los jefes de las unidades de inteligencia con sus organismos de apoyo realizarán la primera labor de coordinación para evitar lagunas y duplicidades en el conjunto de requerimientos, así como establecerán las prioridades que, desde el punto de vista de cada unidad, deben afectar a cada uno de ellos.

Estos requerimientos constituyen las propuestas de órdenes de adquisición −HUMINT, OAH; y técnicas, OAT− que se remiten desde las unidades de inteligencia al director de inteligencia para su aprobación. El estudio de las anteriores propuestas procedentes de todas las unidades de inteligencia por el organismo de apoyo al director de inteligencia, junto con el conocimiento de las capacidades y circunstancias de los organismos de obtención, permitirá corregir posibles duplicidades y eliminar las que excedan de las citadas capacidades, que podrán, quizás, ser convertidas en peticiones de información a otros Servicios.

La conclusión de toda esta tarea de coordinación, con la determinación de las OAH y OAT aprobadas por el director de inteligencia y el establecimiento por parte de este de las prioridades definitivas, dará lugar a la definición de los dos programas, el de Adquisición HUMINT (PAH) y el de Adquisición Técnica (PAT), con lo que quedará finalizada la subfase inicial de Planeamiento. Los citados Programas representan las tareas que, inicialmente, deberán realizar los organismos de obtención humana y técnica.

2.1.2. Organización

La función de organización es consecuencia inmediata de la puesta en práctica de la distribución de medios y establecimiento de relaciones y dependencias entre unidades que aconseja el planeamiento. Como es lógico, mayores responsabilidades y prioridades avanzadas darán lugar a un refuerzo, creación o desdoblamiento de las unidades dependientes de la dirección de inteligencia a las que se les hayan asignado dichas responsabilidades y prioridades. Esta necesidad de tener que modificar la organización interna de las unidades de inteligencia, tanto de obtención como de elaboración, viene determinada, en definitiva, por la importancia y amplitud de los objetivos y las prioridades otorgadas por el Presidente del Gobierno en la Directiva de Inteligencia.

La flexibilidad constituye una característica esencial de los Servicios de Inteligencia respecto a la organización, generalmente muy estable, de otros organismos del Estado; los Servicios de Inteligencia deben adaptar constantemente su organización a las necesidades informativas a las que deben hacer frente, y estas varían con frecuencia por la aparición de nuevas amenazas y oportunidades y la intensidad con que cada una de ellas se manifiesta.

Las teorías de organización constituyen una guía fundamental para establecer la más conveniente en cada momento. En los niveles más altos de la dirección de inteligencia es frecuente que no cambie la estructura básica, atendiendo a una distribución de medios por objetivos, por responsabilidades territoriales o por técnicas de trabajo. Y aplicando el mismo principio de flexibilidad al que se aludía en el párrafo anterior, será frecuente que se combinen varias de esas formas de organización de los medios, sobre todo en los niveles más elementales de la organización.

2.1.3. Mando

Como expresión de la voluntad de cada jefe de la organización, la función de mando se pone de manifiesto continuamente durante todo el ciclo de inteligencia.

Ya se ha visto en el punto correspondiente al planeamiento la frecuencia con que el director de inteligencia debe adoptar decisiones en la adecuación de los AEI, ABI y ACI a los objetivos señalados en la Directiva de Inteligencia, así como la prioridad y plazos que se exigen para su cumplimiento. Asimismo, esas decisiones del director de inteligencia se expresan durante la definición de los Programas, que, como se ha dicho, señalan las tareas iniciales que deben acometer, en un principio, los organismos de obtención humanos y técnicos de él dependientes. En las unidades de elaboración subordinadas, los respectivos jefes también deben ejercer la función de mando al aceptar o modificar las propuestas de los analistas de sus unidades, así como al establecer las prioridades y plazos de dichas propuestas, antes de elevarlas al escalón superior.

También durante el desarrollo de la función de organización se pone de relieve la función de mando en tanto en cuanto cada jefe de organismo establece las relaciones de dependencia, normas de relación y distribución definitiva de los medios que le hayan sido asignados.

2.1.4. Motivación  

El perfeccionamiento de las primeras teorías de organización halló en la motivación una función esencial que trata de obtener el máximo rendimiento de los recursos humanos de cualquier organización. En los servicios de inteligencia también se hace necesario mantener el mayor grado de eficacia de los recursos disponibles, para lo cual, en todos los niveles y en todas las unidades, sus jefes, en ejercicio de su labor de dirección, deben motivar a todos los miembros que componen su unidad para que aporten su cooperación y esfuerzo y se sientan identificados con sus objetivos.

La motivación puede presentar muchas manifestaciones. Una de las más elementales es la participación de las personas en la trayectoria de la organización, lo que se consigue mediante la información descendente y, en lo que sea posible, solicitando la opinión de los subordinados antes de adoptar una decisión trascendente para ellos. En los Servicios de Inteligencia, donde la compartimentación es un principio, este flujo de información será más difícil de ejercer, pero no por ello debe dejar de llevarse a cabo, pues no se trata de informar de y sobre las actividades informativas que desarrolla el Servicio, sino de las demás cuestiones que afectan a la organización y a sus miembros. Es posible que la tendencia aplicada por todos los Servicios desde los atentados  del 11 de septiembre de 2001 de fomento del intercambio de información facilite la motivación de los componentes de aquellos.

Otra forma fundamental de motivar es utilizar la formación, mediante la cual se satisfacen las naturales aspiraciones de las personas y se obtiene mayor rendimiento de su trabajo. En lo que afecta al ciclo de inteligencia, la formación no debe circunscribirse a la elemental que reciben agentes de los órganos de obtención y analistas de los de elaboración y apoyo, sino a especializaciones más profundas en cada una de esas materias: oficiales de caso, oficiales de inteligencia, oficiales de relación, analistas de inteligencia, traductores, expertos en comunicaciones de todo tipo, especialistas en cifra, interpretación de imágenes, etc.

Otras formas generales de motivar son la aplicación de un régimen de recompensas transparente y un régimen de personal que incluya normas disciplinarias claras y justas. Tanto unas (recompensas económicas, premios, condecoraciones, permisos, cursos de perfeccionamiento, etc.) como otras (normas disciplinarias coherentes y graduales según la gravedad de la acción u omisión) presentan una amplia variedad de fórmulas que puede satisfacer las exigencias directivas de cada momento.

2.1.5. Coordinación

La función de coordinación constituye una de las más destacadas acciones que debe ejercitar el jefe de cada unidad. En los escalones más altos es necesario que los jefes dispongan de un organismo de apoyo que les auxilie en su labor de dirección. Estos órganos de apoyo son los que generalmente desarrollan la mayor parte de las tareas de coordinación, limitándose los jefes a dar las grandes líneas de comportamiento, delimitación de responsabilidades y adecuación de medios a sus inmediatos subordinados.

En el desarrollo de la misión principal de los Servicios de Inteligencia, la producción de conocimiento a través del ciclo de inteligencia, es esencialmente importante una constante y eficaz coordinación, dada la compartimentación con que trabajan las distintas unidades y la posibilidad de que, en la ejecución de sus actividades, coincidan sobre un mismo objetivo, aunque sea percibido desde distintos puntos de vista por cada una de ellas.

Ya se ha visto al tratar del planeamiento la necesaria coordinación que se precisa para elaborar el PLINT y los Programas. No sólo es necesario que se eviten lagunas informativas y duplicidades de esfuerzos, sino que los que se realicen y sean posibles beneficien al mayor número de organismos interesados, en aplicación del principio elemental de economía de medios.

Como las demás funciones directivas, las tareas de coordinación se mantienen durante todo el ciclo de inteligencia, pues, como se verá más adelante, los Programas de Adquisición están en constante actualización al surgir nuevas necesidades informativas a los analistas, que darán lugar a las correspondientes órdenes de adquisición HUMINT y técnicas.

2.1.6. Control

La última de las funciones que se describen aquí es la de control, función atribuida al jefe de cualquier unidad que, en los escalones superiores de las organizaciones suelen ejercer auxiliados de algún organismo de apoyo especializado.

Con esta función se trata de comprobar si, en las distintas actividades del ciclo de inteligencia, se están obteniendo los resultados esperados. Para ello es preciso que se hayan establecido unas normas que permitan efectuar la comparación con los resultados que se vayan obteniendo, para, a continuación, proponer las medidas correctoras que conduzcan a la consecución de las previsiones iniciales.

También, como las demás funciones, el control se efectúa durante todo el desarrollo del ciclo de inteligencia y en todas las unidades. En la dirección de inteligencia el control debe ser previo a la posible referencia que emita el decisor político sobre los productos que se le envíen en lo que se ha denominado retroalimentación o revisión de tareas (ver punto 1. Generalidades). Pero para ello es preciso efectuar el control de todos los medios puestos en acción. En este sentido, uno de los más importantes es el que se refiere al rendimiento de las fuentes de información, que no debe quedar a un único control ejercido por los órganos de obtención, sino que, como elementos tangibles y fundamentales del Servicio, deben someterse a controles periódicos de seguridad, rendimiento y eficacia de la dirección de inteligencia.

2.1.7. Resumen de la fase de dirección

A modo de resumen, se puede decir que la fase de dirección incluye y comprende la realización de las siguientes tareas:

  1. Definición de los objetivos que debe cumplir el Servicio, derivados de la expresión de necesidades de inteligencia que habrá hecho el decisor político.
  2. Determinación de las necesidades de inteligencia para el Servicio, definidas conjuntamente por el órgano de apoyo al director de inteligencia y los analistas de las unidades de inteligencia (elaboración).
  3. Elaboración de un plan para satisfacerlas, Plan de Inteligencia.
  4. Transformación del Plan en Programas de Obtención: HUMINT, SIGINT e IMINT.
  5. Organización y distribución de los medios de acuerdo con las misiones que se les deban asignar, las prioridades que se les atribuyan y las capacidades que posean.
  6. Realización del mando, coordinación y motivación de los medios humanos y el control de los resultados que se vayan obteniendo en cada tarea.

3. Fase de Obtención

La fase de obtención es la más llamativa y costosa del ciclo de inteligencia. Constituye la «acción» del Servicio de Inteligencia en tanto en cuanto incluye todas las actividades que se dirigen a obtener la materia prima, los datos, noticias e informaciones, que precisan los analistas para elaborar la inteligencia que satisfaga las necesidades del decisor político. Para muchos Servicios, por ejemplo el español, incluye también el procesamiento de dicha materia prima para convertirla en información inteligible para los analistas, mientras que para el ciclo de la OTAN forma parte de la siguiente fase, la de elaboración.

En la fase de obtención intervienen dos protagonistas, los órganos de obtención y las fuentes, y se utilizan dos procedimientos que la distinguen de otras fases: los procedimientos de investigación y los de entrega de la información a los órganos de elaboración.

3.1. Órganos de obtención   

Los órganos de obtención son las unidades del Servicio encargadas de obtener y tratar inicialmente la información procedente de las fuentes. En ellos trabajan tres tipos de especialistas: los órganos de investigación, los órganos de apoyo técnico y los de apoyo administrativo.

Los órganos de investigación son los encargados de establecer contacto con las fuentes y obtener de estas la información posible. Cuando se trata de fuentes HUMINT, las figuras principales de los órganos de investigación reciben el nombre genérico de oficiales de relación, y deben ser personas especialmente dotadas, formadas y experimentadas para tratar con otras personas que pueden tener intereses contrapuestos a los que convienen al Servicio. Los tipos de fuentes humanas que pueden considerarse están detalladas en el artículo anterior, punto 5.1.

En el caso de fuentes SIGINT e IMINT, e incluso en algunas de tipo OSINT, los órganos de investigación están compuestos por personas especializadas en técnicas de adquisición y selección cibernética, de comunicaciones y de señales electromagnéticas y de imágenes.

Los órganos de apoyo técnico son los encargados de transformar la información obtenida por los órganos de investigación en información inteligible para los analistas. En el caso de las fuentes HUMINT es probable que la información que se obtenga de ellas sea casi siempre inteligible; pero en algunos casos pueden obtener documentos cifrados o fotografías, esquemas, croquis, etc., que precisen una interpretación de estos órganos de apoyo técnico. En el caso de las fuentes SIGINT e IMINT es en el que su labor es más necesaria, pues será preciso descifrar textos cifrados e interpretar imágenes adquiridas para que les puedan llegar a los analistas en condiciones de ser entendidas directamente. Los autores de la transformación de la información obtenida en información útil para los analistas son los oficiales de interpretación, personas especialmente formadas y preparadas para realizar la interpretación de los textos e imágenes procedentes de las fuentes humanas o técnicas.

También se incluyen entre los órganos de apoyo técnico a los especializados en comunicaciones y transmisión de las informaciones de forma segura a las unidades de elaboración.

Los órganos de apoyo administrativo son los encargados de satisfacer todas las necesidades de este tipo que precisan tanto los órganos de investigación como los de apoyo técnico.

3.2. Fuentes

Las fuentes constituyen los orígenes de las informaciones que precisa un Servicio. La gran cantidad de fuentes posibles permite hacer una clasificación como la que se expone en el artículo anterior, punto 5. En cualquier caso, los Servicios utilizan fundamentalmente fuentes humanas, técnicas y documentales. Como se señala en el Glosario de Inteligencia[11], «Una de las principales funciones de un servicio de inteligencia es la identificación, selección, adquisición, almacenamiento, organización, conservación y actualización de numerosas y variadas fuentes de información y de una enorme cantidad de datos procedentes de estas, con objeto de hacer posible su recuperación y uso por los analistas y los órganos de elaboración de inteligencia».

Las fuentes pueden ser dirigidas o libres. Las primeras son las más costosas y valiosas para los órganos de obtención porque a ellas se les asignan misiones de obtención −si son propias− o peticiones de información −si son de amigos o aliados− y de ellas se espera respuesta a lo requerido. Mientras que las libres proporcio­nan la información que les beneficia, en cantidad, calidad y oportunidad, en función de sus propios intereses o de los de quienes les sostienen o subvencionan.

La posesión de fuentes exclusivas y secretas constituye un índice muy significativo de la independencia y calidad de la información que utiliza un Servicio. En este sentido, las fuentes pueden ser abiertas o reservadas, y estas, a su vez, privadas –protegidas por la legislación de protección de datos− o clasificadas –protegidas por la legislación de secretos oficiales−.

3.3. Procedimientos de investigación

Son las distintas formas que se utilizan para obtener información de las fuentes. Dada la gran variedad de estas, también son muy numerosos los procedimientos de investigación. Se detallan en el artículo anterior, punto 6.

Las formas de investigación de fuentes técnicas exigen especializaciones, recursos humanos y técnicos e inversiones muy elevadas, lo que provoca que muchos países constituyan Servicios especializados que satisfacen las demandas de los otros Servicios del Estado encargados de la elaboración de inteligencia. Es el caso de la NSA estadounidense y del GCHQ británico.

Por otra parte, la distinta complejidad de los procedimientos de investigación que pueden aplicarse da lugar a la especialización de organismos concretos en los Servicios, cuyas capacidades de adquisición superan las de los organismos tradicionales. Estos también trabajan para satisfacer las demandas de información de las unidades de elaboración.

3.4. Procedimientos de entrega de la información

Son las variadas formas que pueden utilizarse para hacer llegar la información obtenida por los organismos de obtención a los de elaboración.

Es un principio de funcionamiento de las organizaciones que quien posee un recurso tiene la obligación de hacerlo llegar a la unidad que debe utilizarlo, y debe hacerlo con oportunidad y con seguridad. En los Servicios de Inteligencia, la oportunidad es esencial por la propia naturaleza del trabajo que se desarrolla; y esta oportunidad se refiere tanto al aspecto temporal en que la información puede y debe ser utilizada, como a la entrega al destinatario adecuado que deba tratarla.

En cuanto a la seguridad de la entrega, también es preciso que la información esté protegida ante otras organizaciones interesadas, que mantenga su integridad y que se encuentre disponible tan pronto llegue a poder de sus destinatarios.

3.5. Principios de la obtención

La calidad de la obtención se basa en el seguimiento riguroso de los siguientes principios[12]:

4. Fase de Elaboración  

La fase de elaboración representa la frontera entre información e inteligencia, pues el producto con que se inicia es siempre información y, tras completarse esta fase, se posee la inteligencia disponible para ser comunicada a los usuarios. Constituye la parte del Ciclo de absoluta responsabilidad de su figura principal, el analista, que puede estar constituido por una sola persona o por un equipo trabajando con la misma finalidad. Al mismo tiempo, en esta fase del proceso de producción de inteligencia es en la que se pone de manifiesto más claramente la discordancia con el sentido de un ciclo secuencial, pues, como se verá en este apartado, durante su desarrollo se producirán continuas interrupciones y retrocesos en las tareas previstas y estas se simultanearán con otras de la fase de obtención e, incluso, de la de dirección.

Conocidas las necesidades de inteligencia de los usuarios y las actividades que deben emprenderse para obtener la información que permita elaborarla −definido todo ello en la fase de dirección a través del PLINT y de los Programas de Adquisición−, esta fase se inicia con la llegada de la primera información al analista. Puede llegarle desde un órgano de obtención del propio Servicio, de su propia adquisición o de otro Servicio. A esta información se unirá toda la que el mismo analista tiene disponible en el archivo de inteligencia básica, que él mismo y otros analistas están continuamente alimentando. Y también tiene disponible permanentemente el archivo de inteligencia general, el que contiene la información de uso común o general de todo el Servicio.

La información «nueva», la que llega en el momento en que debe utilizarla para producir inteligencia, es la que va a someter al máximo proceso de elaboración.

La fase de elaboración se compone de cuatro subfases: valoración, análisis, integración e interpretación. Todas ellas constituyen un ejercicio intelectual intensivo propio de la mente humana. Las ejecuta el analista de manera sistemática al principio de su formación o actuación como tal y, más tarde, cuando tiene una buena experiencia acumulada, de una forma intuitiva y simultánea, adoptando decisiones durante su curso para desechar la utilidad de la información que recibe, la posibilidad de que sea útil para otros organismos, la necesidad de confirmar los datos que contiene o combinar esta información con otras disponibles para formar juicios e hipótesis que le proporcionen el conocimiento que desea y le permitan transformarla en inteligencia.

4.1. Valoración

La subfase de valoración se compone, a su vez, de cuatro procesos, cuyas finalidades están muy definidas para que la información que las supere constituya materia útil para el análisis. De estos cuatro procesos, el primero se denomina pertinencia y tiene como finalidad comprobar que la información tiene relación con la materia de responsabilidad del analista. Por tanto, pueden darse las circunstancias de que no tenga nada que ver con los objetivos del Servicio, en cuyo caso la desechará; que no corresponda a la responsabilidad informativa del analista pero sí de otros organismos del Servicio, en cuyo caso propondrá su remisión a los mismos; o que esté incluida entre los cometidos informativos del analista, en cuyo caso continuará con el siguiente proceso de valoración, la oportunidad.

La valoración de la oportunidad tiene por objeto comprobar si la información valorada puede ser útil en el espacio temporal que tiene marcado el analista para elaborar su inteligencia. Una información llegada fuera de plazo no será útil para el proceso que le ocupa, pero puede servir para completar, descartar o confirmar otras informaciones anteriores, por lo que podrá serle útil compararla con las informaciones contenidas en el archivo de inteligencia básica.

Con la información que considere oportuna el analista procederá a tener en cuenta su fiabilidad, cualidad que tiene por objeto valorar la credibilidad de la información según su origen; es decir, otorgar un valor o garantía a la fuente de donde procede la información. La fiabilidad de la fuente ya habrá sido valorada por el oficial de relación, en caso de fuentes HUMINT, o por el de interpretación, en caso de fuentes SIGINT e IMINT; y, en ambos casos, confirmadas o modificadas dichas valoraciones por los respectivos órganos de obtención de los que dependen aquellos. Así que, cuando las informaciones llegan al analista, este ya cuenta con una valoración inicial que procede de los órganos que mantienen el contacto directo y personal con cada fuente. El analista no es responsable de la valoración otorgada a las fuentes, pero sí constituye un medio muy útil para orientar el trabajo de los órganos de obtención cuando les envíe la valoración que él haga de las informaciones que procedan de cada fuente. Asimismo, si se tiene en cuenta que una misma fuente puede proporcionar informaciones destinadas a distintos analistas, las valoraciones que hagan estos de la calidad que les merece cada una de ellas reforzará las posibilidades de valorar con mayor exactitud la garantía de cada fuente por parte de los órganos de obtención. 

Por otra parte, la fiabilidad de las fuentes no es función solamente de sus capacidades, condiciones y posibilidades de obtención, intereses y riesgos que son capaces de asumir, así como del grado de confianza y credibilidad que hayan alcanzado con los órganos de obtención. También existe un factor que a veces se convierte en determinante, que es su capacitación técnica, es decir, los conocimientos técnicos y pertinentes que posean para informar sobre las materias concernidas.

Hay varios métodos de establecer la valoración de las fuentes, pero el más utilizado es el que otorga un código de letras según las siguientes tablas:

Una vez asumida la fiabilidad y, en su caso, la capacitación técnica de la fuente que le ha otorgado el órgano de obtención, el analista procede a valorar la exactitud del contenido de la información que le ha llegado. También el órgano de obtención ha podido valorar los contenidos de las informaciones, pero en su caso no posee todas las posibilidades de contraste con otras fuentes que sí tiene el analista. Los elementos de comparación de aquel serán exclusivamente los procedentes de otras fuentes pertenecientes al mismo órgano de obtención y, por tanto, del mismo tipo (HUMINT o técnicas) y del mismo ámbito o espacio geográfico, lo que limita ampliamente los parámetros comparativos. Por el contrario, el analista recibe información de múltiples fuentes y, posiblemente, de varios tipos. Por tanto, se encuentra en las condiciones adecuadas para efectuar análisis comparativos entre ellas cada vez que obtiene una nueva. De esta forma, la responsabilidad de establecer la valoración de las informaciones que recibe recae en él.

En los procesos anteriores no ha sido preciso que el analista lea el contenido de la información, sino que simplemente le habrá sido necesario leer el Asunto, la fecha y hora de los hechos que se relatan y la valoración de la o las fuentes. Pero para valorar el contenido sí será necesario que tome conocimiento de la información que le ha llegado y pueda compararla con otras que ya posea o que tenga a su disposición de otras fuentes o de sus bases de datos. Esta comparación, hecha fehaciente o mentalmente, le permitirá establecer un grado de credibilidad del contenido de la información recibida o coherencia de este con los hechos; parámetro muy importante que deberá tener en cuenta cuando, en las subfases posteriores, vaya a utilizar la información para elaborar la inteligencia.

También hay varios métodos para valorar la exactitud de los contenidos de una información, sobre la que se deberá tener en cuenta que debe otorgarse al conjunto la valoración más baja cuando puedan valorarse varios contenidos de un mismo documento. El sistema de valoración más extendido es el que codifica con cifras del 1 al 6 la credibilidad de dichos contenidos y que se refleja en el siguiente cuadro:

Al valorar la exactitud de la información que recibe, el analista puede adoptar alguna de las siguientes decisiones:

Como puede suponerse, es necesario que los analistas posean un conocimiento lo más completo posible del Servicio, con objeto de poder ampliar la utilización de las informaciones que reciben a otros posibles usuarios de la Dirección de Inteligencia.

Asimismo, tanto los oficiales de los órganos de obtención como los analistas deben poseer una cultura de inteligencia y de trabajo común, que les permita comprender y asumir las valoraciones que todos ellos hacen de las informaciones que tratan. Dentro de esta cultura hay que entender la conveniencia de que los analistas remitan a los órganos de obtención la valoración que hayan establecido para cada una de las informaciones que les hayan remitido, lo que debe facilitar la dirección informativa de sus fuentes. Como señalan Miguel Ángel Esteban y Andréa V. Carvalho[13] “De hecho, el estado ideal, según Lowenthal, sería aquel en el que el proceso  de obtención de información está dirigido desde el análisis; es decir, que los recolectores actúan en respuesta a necesidades del análisis y no de modo independiente o sólo según se presentan las oportunidades”.

Por otra parte, como se desprende de la decisión del analista de someter a otros órganos de obtención las informaciones que quiera comprobar, esta circunstancia invalida la concepción del ciclo de inteligencia como una secuencia de tareas sucesivas (como ya se advertía en las Generalidades de este mismo artículo), pues en el caso señalado se van a simultanear las de elaboración con las de obtención sobre un mismo objetivo informativo.

4.2. Análisis

La subfase de análisis se inicia con la información que el analista ha considerado útil tras someterla a las tareas de valoración.

El análisis tiene por objeto extraer todos los datos de interés que respondan a las necesidades de inteligencia. Para ello, el analista debe actuar metódicamente, estudiando en profundidad la información recibida y contrastándola continuamente con la inteligencia que ya posea en sus archivos.

Como resultado de su estudio ─análisis, entendido como examen y descomposición de la información─, el analista podrá adoptar alguna o varias de las siguientes decisiones:

Nuevamente se produce en esta subfase un posible retroceso en la secuencia lógica del ciclo de inteligencia, al retornar hacia los órganos de obtención (o hacia otros orígenes informativos) nuevos requerimientos de información que el analista echa en falta o que se deducen de la información hasta ahora analizada.

4.3. Integración

La integración consiste en la selección y combinación de los contenidos procedentes de la subfase de análisis con otros disponibles en las bases de datos para formar hipótesis de trabajo o explicaciones de la realidad, denominadas modelo en tanto en cuanto se trata de la realidad inferida por el analista a partir de datos incompletos y posiblemente inconexos.

Esta integración se produce de modo discontinuo y simultáneo con las nuevas informaciones que le van llegando y a medida que las somete a las subfases anteriores. Por tanto, con cada nueva información seleccionada como útil en el análisis, es posible que tenga que modificar el modelo inicialmente concebido. Ello exige gran sensibilidad y un trabajo intelectual muy preciso para ir acomodando la hipótesis de trabajo a los datos disponibles en cada momento.

En esta subfase se vuelve a producir la necesidad de volver atrás en el ciclo de inteligencia para verificar las informaciones deducidas en el modelo y confirmar o descartar las hipótesis obtenidas. Es decir, el analista debe deducir los hechos, ausencia de hechos o circunstancias derivadas de la realidad imaginada que deberían producirse para confirmar la bondad del modelo. Para ello, deberá recurrir nuevamente a los órganos de obtención u otros orígenes informativos para que le adquieran las informaciones necesarias. Si los resultados de las nuevas informaciones son satisfactorios el modelo o hipótesis puede darse por verificado y se convierte en inteligencia actual. Pero si los datos e informaciones requeridos no confirman la realidad deducida, el analista debe descartar el modelo y retroceder con él a la subfase de análisis para revisar si los datos extraídos anteriormente y considerados útiles fueron adecuadamente seleccionados.

4.4. Interpretación

La interpretación constituye la subfase más compleja, de mayor valor y más apreciada en el trabajo del analista. Consiste en determinar y extraer conclusiones de la inteligencia actual proveniente de la subfase de integración. Estas conclusiones hay que entenderlas como un conjunto de deducciones sobre la realidad descrita en la inteligencia actual para determinar las previsiones fundamentadas sobre la posible evolución de la situación. Todo ello constituye la inteligencia estimativa, la que puede orientar de forma más clara las decisiones a tomar por el usuario de la inteligencia.

Hacer estimaciones sobre la posible evolución de una situación constituye una tarea arriesgada, sometida a la posibilidad de que un factor no valorado convenientemente la modifique, y que debe obligar al analista a ser riguroso en sus apreciaciones, a apoyarlas en los contenidos de las informaciones verificadas y a mantener una atención permanente sobre los indicios o datos que puedan modificar esas estimaciones. El profundo conocimiento de la materia evaluada y su experiencia serán cualidades que permitirán al analista fijar con mayor precisión sus estimaciones.

Dado que la evolución de una situación puede desarrollarse de varias formas, es conveniente que la inteligencia estimativa se presente en forma de distintas alternativas y señalando el grado de confianza que cada una merece.

Por el mismo motivo de que la interpretación es una tarea absolutamente personal, es en esta subfase en la que el analista debe actuar con la máxima honestidad intelectual, abstraerse de cualquier prejuicio, sentimiento o deseo personal y presentar a las autoridades destinatarias la inteligencia estimativa obtenida objetivamente, al margen de cualquier pretensión o manifestación que hayan efectuado aquellas.

Aunque la formulación de propuestas es una tarea que no debe corresponder a los Servicios de Inteligencia de nivel nacional, pues al no formar parte de los Ministerios ejecutantes de la política del Gobierno deben limitarse a remitir toda la inteligencia que hayan elaborado, en determinados casos es posible que los decisores políticos soliciten la presentación de propuestas de actuación sobre las materias tratadas. Ante tal situación, es precisamente en la subfase de interpretación en la que deben incluirse dichas propuestas. Dado que en ella se ha abordado la inteligencia estimativa, es fácil incorporar a esta (a las alternativas de evolución presentadas) las posibilidades de actuación del Gobierno y completarlas con las consecuencias y previsiones que se darían en cada caso. Ante la posibilidad de que la autoridad ejecutiva rehúse aceptar sus propuestas, el analista debe tener en cuenta que, aunque pueda considerarse la máxima autoridad en el conocimiento de su materia, no posee todos los datos ni conoce todos los intereses que tiene el Gobierno que pueden desaconsejar la adopción de tales propuestas.

4.5. Sistema de trabajo

Existen numerosas técnicas que pueden aplicar los analistas para efectuar el trabajo de elaboración, en particular para llevar a cabo las subfases de valoración, integración e interpretación. El más amplio catálogo se encuentra en la publicación de Richards J. Heuer Jr. y Randolph H. Pherson Técnicas Analíticas Estructuradas para el análisis de inteligencia[14]. La organización a la que pertenezca el analista y la finalidad para la que trabaje, la naturaleza del objetivo, la clase de inteligencia a elaborar, la formación y experiencia del analista y las circunstancias del momento −sobre todo el grado de urgencia con que deba actuar− aconsejarán la utilización de una u otra.

Por su simplicidad y por su rapidez de aplicación, se presenta a continuación el sistema que se puede utilizar en todos los casos. Se trata de un simple cuaderno de trabajo en el que se vuelcan todos los datos e informaciones de interés a medida que van llegando a poder del analista. En él se clasifican las anotaciones según la subfase en la que se encuentren y se reúnen en la última columna los contenidos que formarán la integración y la interpretación. Al cuadro anterior se pueden añadir indicaciones sobre las informaciones que se encuentren pendientes de confirmación, de acuerdo con las solicitudes que el analista haya efectuado a los órganos de obtención o a otros orígenes informativos.

5. Fase de Difusión

La última fase del ciclo de inteligencia es la difusión, mediante la cual se hace llegar oportunamente el producto de inteligencia al usuario.

La naturaleza de la inteligencia a difundir es el factor más importante a considerar en esta fase, ya que ella condiciona el momento de hacerlo, los destinatarios convenientes y las medidas de seguridad a emplear en su protección y en los medios de comunicación. Bajo las anteriores premisas, en la difusión deben considerarse los cuatro factores siguientes:

La difusión escrita sobre cualquier tipo de soporte corre a cargo del órgano del Servicio encargado de hacerlo (que también suele ser el responsable de los medios de distribución documental) y generalmente se realiza sin alterar su formato y contenidos según ha sido entregada la inteligencia por el órgano de elaboración. Existen, sin embargo, algunas circunstancias que obligarán o aconsejarán modificar la inteligencia proveniente del órgano de elaboración, como, por ejemplo, el compromiso de entregarla traducida o en formato distinto al recibido. Este caso es frecuente cuando se efectúa una difusión a otros Servicios de Inteligencia aliados, respondiendo a acuerdos suscritos con ellos. Y en tal circunstancia, puede ser conveniente alterar algunos contenidos de la difusión para presentarla de forma más favorable a los intereses propios, o para impedir que se puedan poner en riesgo las fuentes o procedimientos mediante los que ha sido obtenida la información originaria de la inteligencia que se remita.

Por su parte, la difusión oral mediante conferencias o exposiciones son, cada vez más, una forma habitual de difusión de inteligencia a los decisores más importantes, en la que se utilizan las amplias posibilidades que proporcionan los formatos multimedia.

Respecto al formato de presentación de la inteligencia escrita (que constituye la forma más frecuente), cada organización posee unos criterios que se basan, ante todo, en las conveniencias de acceso que hayan manifestado los usuarios a quienes va destinada. Unos principios que deben tenerse en cuenta son[16]: brevedad (los consumidores siempre carecen de tiempo); relevancia (un buen análisis incluye sólo aquellas cuestiones que puedan ser de interés para el consumidor de inteligencia); claridad expositiva (se consigue redactando el análisis en base a preguntas bien definidas que hagan comprensible una situación o realidad compleja. También contribuye a este objetivo el empleo de construcciones gramaticales sencillas, así como la inclusión de gráficos, fotografías y mapas fáciles de entender); y precisión (aunque la incertidumbre sea una constante de las relaciones internacionales y en la conducta de otros actores, los análisis de inteligencia deben evitar el lenguaje ambiguo). Las técnicas informáticas y de edición actuales permiten un gran número de opciones para facilitar la lectura y comprensión de la inteligencia por parte de las autoridades destinatarias, por lo que es cada vez más frecuente incorporar a los textos escritos las imágenes, croquis, esquemas, mapas, etc. que amplíen las posibilidades de comprensión y reduzcan el tiempo a dedicar a cada informe.

En cuanto a los documentos y su denominación, también cada organismo dispone de sus propias normas, adecuadas a las preferencias que hayan manifestado las autoridades destinatarias. Generalmente, la inteligencia actual y diaria se presenta en documentos de una a cinco páginas, como máximo, denominadas en España Notas Informativas. Mientras que la inteligencia que se difunde por algún acontecimiento especial (reunión nacional o internacional destacada, viaje institucional, acto de señalada importancia, etc.) se presenta en documentos denominados Informes, de formato muy diverso en función de los temas que tratan, y de una extensión generalmente superior a las cinco páginas.

Existen también difusiones periódicas (diarias, semanales, quincenales, etc.) que recogen temáticas diversas y que suelen denominarse Boletines, Síntesis Informativas, Resúmenes de Actualidad, etc. Sus formatos son muy variados, pero siempre deben adaptarse a los criterios de simplicidad, facilidad de lectura y comprensión expresados por las autoridades destinatarias.

En relación con las Notas Informativas, que es el documento más habitual de difusión, su contenido se presenta en un mínimo de cuatro apartados principales, al que se añaden las Referencias necesarias para su identificación, clasificación de seguridad, fecha de remisión y grado de urgencia. Los cuatro apartados principales se pueden sintetizar del siguiente modo:

  1. Asunto. Descripción breve (una o dos líneas) del tema que contiene la Nota Informativa.
  2. Sumario, Síntesis o Extracto. Resumen del contenido de la Nota Informativa. Ante la posibilidad de que el destinatario no tenga tiempo de leer todo el texto remitido, este apartado debe proporcionar las ideas básicas y fundamentales del contenido total de la Nota, incluida la inteligencia estimativa. Este apartado se asemeja al que en el uso anglosajón se viene denominando Resumen ejecutivo.
  3. Análisis. Constituye generalmente el apartado más extenso, en el que se refieren los acontecimientos a describir, generalmente de forma cronológica, y se incluyen los hechos que se han producido o se poseen pruebas de su realización. Coincide, en su mayor parte, con el denominado Modelo que se ha descrito anteriormente en el apartado 4.3. Integración.
  4. Conclusiones. Contiene las deducciones que se obtienen del apartado anterior, las previsiones de desarrollo de los acontecimientos, las hipótesis o posibilidades de transcurso de los hechos, posibles escenarios que pueden presentarse y sus grados de presentación previsibles, etc. Es decir, la inteligencia estimativa que haya considerado el órgano de análisis descrito en el apartado 4.4. Interpretación.

Dado el formato descrito anteriormente, es lógico deducir que el orden de redacción de los apartados que aplicará el analista será el siguiente: a) Análisis; b) Conclusiones; c) Sumario; y d) Asunto.

6. Conclusión

El ciclo de inteligencia no es actualmente el único método de trabajo en la producción de inteligencia, pero es el más aceptado desde hace más de siete décadas, está admitida su gran utilidad y, sobre todo, se valora su profundo carácter didáctico. El ciclo constituye «una descripción idealizada del funcionamiento de un sistema de inteligencia. Una descripción que, a pesar de sus imperfecciones, tiene el importante mérito de enfatizar dos ideas muy importantes. La primera es el carácter continuo del proceso, que no se detiene nunca y que en cada nueva iteración es capaz de generar productos con un nivel de exactitud (o de complejidad) creciente, o bien con un foco ligeramente (o no tan ligeramente) modificado en virtud de las circunstancias. El segundo sería el papel fundamental del cliente, que pone en marcha (impulsa, ajusta) el proceso en la fase de dirección y que es el beneficiario directo del producto en la fase de difusión»[17].

Bajo el principio de que la inteligencia es el producto que precisan los destinatarios para fundamentar sus decisiones, el ciclo de inteligencia es el proceso más comúnmente empleado para conseguir dicho producto. De él se pueden esperar, entre otras utilidades, que proporcione ventajas en la toma de decisiones, que las niegue a los adversarios, que alerte de potenciales amenazas, que advierta de posibles riesgos, que permita explicar mejor los acontecimientos, que facilite el mejor conocimiento de la situación, etc.; pero no puede predecir el futuro.

Bibliografía

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[1] Blog Jesús Camacho, ¿Quién inventó el ciclo de inteligencia?. En línea, publicado el 15 de julio de 2017, pág. 8. Consultado el 21jul2017.

[2] González Cussac, J. L., Coordinador: Inteligencia. Tirant lo blanc, Valencia, 2012, pág. 40.

[3] Herman, Michael: Intelligence Power in Peace and War, Cambridge,Cambridge University Press, 1996.

[4] Esteban Navarro, M. Á.: Necesidad, funcionamiento y misión de un servicio de inteligencia para la seguridad y la defensa, en Estudios sobre Inteligencia: Fundamentos para la seguridad internacional. Cuadernos de Estrategia Nº 127, Ministerio de Defensa, Instituto Español de Estudios Estratégicos y Centro Nacional de Inteligencia, Madrid, 2004, pp. 73-99.

[5] R. M. Clark: Intelligence Analysis: A Target-centric Approach, CQPress, Washington DC, 2004, pp. 14-27.

[6] Hawley, M. S. y Bradley C. Marden: FIM, A Business Information System for Intelligence, International Journal of Intelligenceand Counterintelligence, Vol 19, Nº 3, 2006, pp. 443-455. 

[7] Vignettes, M., Inteligencia y seguridad: Revista de análisis y prospectiva Nº 8 (junio-noviembre 2010), Cátedra de Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos/Instituto Juan Velázquez de Velasco de Investigación en Inteligencia para la Seguridad y la Defensa, Plaza y Valdés S. L., Madrid, pp. 113-136.

[8] Berkowitz, B. D. y Goodman, A. E., Strategic Intelligence for American National Security, 3ª Edición, Princeton University Press, New Jersey, 1989,  pp. 195-202.

[9] Jordán, J., Una revisión del ciclo de Inteligencia, Análisis GESI, 2/ 2016, 18 de enero de 2016, p. 7.

[10] Intelligence Community Directive 204, de 2 de enero de 2015; https://www.dni.gov/files/documents/ICD/ICD%20204%20National%20Intelligence%20Priorities%20Framework.pdf, acceso 29ago2018.

[11] Esteban Navarro, M. Á. (coordinador): Glosario de inteligencia. Ministerio de Defensa, Madrid, 2007.

[12] Martínez Valero, V., Monografías 148. Inteligencia. Un enfoque integral, ESFAS, Madrid, 2016, p. 169.

[13] González Cussac, J. L., Coordinador: Inteligencia. Tirant lo blanc, Valencia, 2012, pág. 146.

[14] Publicado en España por Plaza y Valdés Editores, 2015.

[15] Martínez Valero, V., Monografías 148. Inteligencia. Un enfoque integral, ESFAS, Madrid, 2016, p. 175.

[16] Jordán, J., Una revisión del ciclo de Inteligencia, Análisis GESI, 2/ 2016, 18 de enero de 2016, p. 23.

[17] Palacios Coronel, J.M., Enseñanza de la inteligencia: errores sobre el ciclo, GESI, Blog Mosaico 08mar2017. 


Editado por: Global Strategy. Lugar de edición: Granada (España). ISSN 2695-8937

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